Noé, Alberto. Utopía y desencanto. Creación e institucionalización de la Carrera de Sociología en la Universidad de Buenos Aires: 1955-1966

Noé, Alberto. Utopía y desencanto. Creación e institucionalización de la Carrera de Sociología en la Universidad de Buenos Aires: 1955-1966. Miño y Dávila Editores, Buenos Aires, 2005.
Por Nicolás María Espert.

Considerando la amplitud problemática que denota el complejo marco social en que se inscribe, en su intento por dilucidar la historia de la Carrera de Sociología en el período 1955-66, el escrito de Alberto Noé se distancia de todo análisis cuyo enfoque teórico-metodológico –tal como señala Atilio Boron en el Prólogo- quede dentro de los márgenes de lo meramente institucional. En todo caso y en la posibilidad analítica de efectuar un corte entre los potenciales adentro y afuera de la carrera, lo institucional no queda concebido desde una visión que se reduzca al interior de las paredes y pasillos, a las funciones y los nombres, y se despoje, así, de los sujetos individuales y colectivos, de sus pensamientos y actos, y de las orientaciones políticas e ideológicas que atraviesan la historia misma de la Carrera. Es decir, la mirada de Noé se posa en aquello que, entre la multiplicidad de denominaciones pero siempre y de un modo amplio, hace referencia a la temporalidad eminentemente política de lo social.

Tal como se declara, el objetivo es estudiar globalmente “las interacciones entre actores institucionales, políticos e individuales que convergieron en 1955 en un amplio debate para la creación de la sociología académica de la Universidad de Buenos Aires”. Y según supone Noé, es en la convergencia entre dichos elementos que se instituye Sociología.

Así, en la primera parte de Utopía y Desencanto... se sitúa la creación de la Carrera de Sociología (1957) en el contexto de los cambios que la caída del peronismo (1955) produce en la Universidad de Buenos Aires. Dicha creación, como bien se afirma, únicamente  puede comprenderse advirtiendo la compleja interrelación entre la conflictiva dinámica política nacional y el proceso renovador que se vivía en la UBA: “de la universidad de las sombras, a la universidad de las luces”, nos dice Noé, y es a esas luces –junto con Psicología, el espacio para “Historia Social” y Extensión Universitaria-, a donde apunta Sociología. 

Luego se examina el proyecto de creación de la Carrera y, deteniéndose en el rol que desempeñaron el movimiento estudiantil, Gino Germani y la élite reformista de la universidad -con las figuras de José Luis Romero, primero (1955-56), y de Risieri Frondizi, luego (1958-62)-, se estudia el proceso de institucionalización de Sociología. Se vuelve clara, aquí, la ligazón entre el “Movimiento Reformista” y los principios de la Reforma de 1918. Y también se advierte esa “ironía de la historia” según la cual el golpe militar que derroca a Perón permite el acceso a la dirección de la Universidad por parte de los sectores “progresistas” del campo intelectual que habían demostrado una activa oposición al peronismo.

Finalmente, se discurre acerca de los condicionamientos académicos y el clima ideológico político que “paralizaron” el proyecto académico germaniano y esa instancia de elaboración de la sociología académica. El “paradigma cubano” aparecerá como una de los motivos de la ruptura de la alianza entre el movimiento estudiantil y Germani. Un distanciamiento al cual se le sumará la pérdida del apoyo que tiene Germani por parte de una élite universitaria que pierde las elecciones y la conducción de la UBA. De este modo, el golpe de 1966 es un punto de inflexión que, ya desde 1962, hunde sus raíces en la crisis de dicha alianza fundacional y en la consiguiente “desestructuración” de la Carrera que supuso, además, la no materialización de una alternativa al modelo germaniano. Es el periodo 1962-66, esgrime Noé, el que brinda la posibilidad de adentrarnos en el “agujero negro” de la sociología argentina. 
Por otro lado, Utopía y Desencanto... se detiene en la trayectoria de Gino Germani, invoca su figura y lo redescubre sin limitarse al señalamiento de su ligazón con las ciencias sociales norteamericanas, a la re-apropiación que -en mayor o menos medida- hizo al introducir el estructural funcionalismo y las teorías de la modernización. Si lo caracteriza como uno de los actores individuales principales del proceso de institucionalización de la disciplina, lo hace caracterizando, al mismo tiempo, los distintos actores socio-políticos e institucionales fundamentales del período 1955-1966. En Germani –sin descuidar su subjetividad, sus dotes de notable investigador y de organizador institucional, pero pensándolo acertadamente en tanto momento de un proceso que lo incluye-, se condensaba la convicción epocal de que la investigación social tenía expectativas reales: en la administración y la predicción de lo social, en la dilucidación y fomentación del cambio, pero también en su control; decimos, en aquello que puede concebirse como “modernización”, pues a fin de cuentas se trató de una empresa modernizante. Los proyectos y obstáculos, lejos de provenir de pensamientos suspendidos en el vacío, tienen  su origen en un álgido debate “que oponía la modernidad al arcaísmo” (p.30). La utopía de los primeros pasos y las tensiones emergentes, presuponía un proyecto en el cual, aun desde perspectivas político-culturales disímiles, eran fundamentales la determinación de entender la investigación social como creación de conocimiento y la construcción misma de un campo científico. Hacia allí, por ejemplo, se dirigía la demanda del movimiento estudiantil de “poder estudiar los cambios en la Argentina posperonista” (p.194).    

Como se dijo anteriormente, Noé apunta a la comprensión de las condiciones históricas, sociales y políticas que otorgan sentido a dicha génesis y primera cristalización, y siempre desde la consideración de los consensos y conflictos que la fueron vertebrando, hasta desembocar en la reacción “oligárquico- clerical” y la crisis institucional que el golpe de Estado de Onganía termina imprimiéndole.
En un principio, Utopía y desencanto... tiene el mérito de aparecer como una aproximación empírica e histórica que aspira a la aprehensión no sólo de los cambios, sino también de las continuidades con respecto al pasado por el cual se indaga. Además, el recorrido emprendido no queda exento de interesantes comparaciones con los casos de Brasil y México, en los cuales, por ejemplo, la reacción anti-positivista y clerical no tuvo la magnitud que sí fue soportada al interior mismo de la UBA.
Cuál es ese eslabón perdido que nos posibilita entender la situación actual de Sociología es otra de esas preguntas sin una única respuesta que surca el escrito. Adoptarla, aprender a preguntarnos, puede hacernos pensar en los alcances de la “larga noche” en que, según Noé, hoy se ve sumergida Sociología.

Yendo a los detalles, en cierto momento del libro Noé se detiene en el distanciamiento acontecido entre Germani y el grupo de profesores del que formaba parte Juan Carlos Marín. Como señaló este último (tanto en la entrevista que pudimos realizarle, como en la presentación misma del Utopía y Desencanto... )-, lo que allí no figura son las razones subyacentes a la anécdota que Marín recuerda: la discusión que –a su modo de ver- iba dando cuenta de la puesta en cuestión de la hegemonía germaniana, había estado relacionada con la propuesta de que los profesores “no concursados”, por llamarlos de algún modo, también pudieran votar. Ante semejante pedido, la respuesta de Germani fue que se votara, cosa que no solían hacer, sabiendo que de hacerlo ganaba. Efectivamente, Germani ganó. Lo del proceso estructural que da sentido al citado distanciamiento es algo en lo que Noé sí se detiene. Lo del CICSO, claro está, ya es otra historia. Y sin embargo, si nos detenemos en esta imagen es por la notable actualidad que comporta la lucha por la representación “una persona = un voto” no sólo en Sociología, sino en toda la Universidad. 

Ésta, como el resto de las vicisitudes que se vislumbran en el libro de Noé, tienen la virtud de reinstalar una problemática central, que es también un llamamiento a preguntarnos por nuestra Carrera y por los usos de sus historias y memorias. Hoy, en las cercanías del 50 aniversario de la fundación de Sociología en la UBA, es tiempo de interrogarnos si sucede que el desencanto es tal que nos inmoviliza, o si aun tenemos utopías que, de la espera a la esperanza, construyan un futuro nuevo, nuestro.